Cada año se levanta una monumental portada de gran colorido, presidiendo la entrada al recinto mientras conmemora algún monumento de la ciudad de Sevilla, iluminada con miles de bombillas.
La Feria se ilumina a lo largo del recorrido de sus calles con millares de bombillas cubiertas de «farolillos» (especie de mampara esférica de papel plegado) alumbrando la cita habitual de los sevillanos. El suelo de las calles está recubierto de albero (tierra de color amarillento, procedente de la localidad vecina de Alcalá de Guadaira, utilizada tradicionalmente en Sevilla en los jardines y en las plazas de toros).